Es miércoles y son las 9 de la mañana. Toca reunión semanal del Comité de mama. De fondo, se escucha abrir y cerrarse la puerta. Todos acceden por el pasillo interno de IMOMA, directos a la sala de juntas.
El Comité, casi adolescente y a punto de cumplir los 15 años, está formado por especialistas de Radiología, Cirugía General, Ginecología, Oncología, Anatomía Patológica, Oncología Radioterápica y Genética. Suman once en total.
Todos están coordinados. Presentan cada caso con nombre y apellidos. No todo vale. Van más allá. Consiste en elaborar y actualizar protocolos, estudiar de forma personalizada y tomar decisiones de forma conjunta. Gracias a esta filosofía de trabajo se consigue un diagnóstico precoz, se evitan retrasos en el tratamiento y se lleva a cabo un seguimiento sistemático e individualizado de cada paciente, adaptado a sus riesgos específicos.
Además, todo integrado en un entorno hospitalario, donde se disponen de avanzados medios tecnológicos que permiten cubrir con rapidez todos los pasos necesarios desde el diagnóstico inicial (ecógrafo de alta gama, mamógrafo digital con esterotaxia…) hasta el tratamiento (cirugía, Hospital de Día para administración de quimioterapia y servicio de Radioterapia), contando con la disponibilidad de una consulta Consejo Genético en Cáncer familiar, técnicas de Medicina Nuclear (Ganglio Centinela, ROLL y SNOLL, PET-TAC), Cirugías Plástica y Reconstructiva, etc.
Hay un caso nuevo. Una de las cirujanas lo presenta para que después, todos, intervengan. Nunca hay silencios. Cuando terminan, apagan las luces, recogen su documentación, desconectan pantallas y vuelven a irse por el pasillo interno. Cada uno a su consulta, laboratorio o quirófano. Toca comenzar con sus agendas.
Ha pasado una semana desde la última vez. Vuelve a ser miércoles. El Comité comienza de nuevo.
